En cambio, para las gramas, pastos y céspedes típicos de la pradera, el sistema de riego adecuado es aquel de aspersión. Este sistema imita la lluvia, llevando agua a las plantas por medio de aspersores. Antes de eso, el agua pasa por un proceso de presión, por lo que llega a los cultivos de forma pulverizada o de gotas pequeñas, y esto hace más fácil su distribución. Este sistema se adapta a todo tipo de terrenos y permite ahorrar en mano de obra, ya que una vez instalado, no se necesita quien lo maneje.
Sea cual sea el sistema de riesgo que se use, todos tienen una serie de beneficios directos en los cultivos, como por ejemplo suministrar el agua necesaria sin desperdiciar agua de más o dejar que se sequen las plantas; disolver las sales que hay en el suelo; y mejorar las condiciones ambientales para el buen crecimiento de frutas y vegetales.
Los sistemas de riego ahorran agua y rompen con el ciclo natural de la evaporación, condensación y precipitación. También pueden usarse para aplicar agentes agroquímicos u otras vitaminas a la tierra a través del agua; y lo mejor de todo, es que ayuda a reducir el trabajo manual del dueño de la finca.
Ya no estamos en el siglo XVIII como para esperar a que la temporada de lluvia haga su trabajo. Esos días quedaron atrás. Con los sistemas de riego podrás mantener verdes y sanos tus cultivos durante todo el año, incluso bajo el sol inclemente del verano. Escoge el sistema que mejor se adapte a las necesidades de tu finca y el tipo de cultivo que manejes.